Entre
un largo millar de libros y revistas, de originales propios y de escritos
inéditos que me gusta conservar, no sin un cierto desorden, en mi casa de
Cantalojas, he encontrado un folleto editado por la Diputación Provincial en el
año 1997, con motivo del cincuenta aniversario de la Feria de Ganado. En él
aparece la reproducción íntegra de un artículo que quince años antes publiqué
en la extinta revista de la Diputación, al que titulaba “Cantalojas, pueblo
serrano a la cabeza de la ganadería vacuna”. Fue en el año 1985 cuando escribí
aquel largo trabajo, muy al día y muy interesante en aquel momento, pero que
como fuente de información hoy resultaría anticuado. Las cosas han cambiado
mucho desde entonces. Transcurrieron treinta años, que a la velocidad de
vértigo a la que corre la vida, también en el medio rural, la realidad de hoy
no se corresponde en nada con la situación de entonces. En el referido artículo
se habla de la ganadería vacuna local de raza avileña, aquellas vacas sufridas,
nacidas para el trabajo y para la cría; reses destinadas a la labranza, al
acarreo, a los duros quehaceres de la recolección de hierbas y de mieses,
nobles ejemplares todo uso que, además, premiaban a su dueño con un ternero, o
ternera, cada año.
Tan difícil como encontrar un trébol
de cuatro hojas, es encontrar entre los varios centenares de la especie, una
vaca con aquel intenso pelo negro, con aquella constitución y con aquel
semblante. Pues a la vista de que la agricultura iba desapareciendo como medio
para hacer frente a la vida, las pequeñas parcelas del labrantío se iban
quedando sin cultivar hasta su abandono definitivo. Las vacas, hijas de
aquellas otras, empezaron a desempeñar distinto papel, dejaron de ser animales
de trabajo para convertirse en producto de carnicería, en estrellas de
restaurante, a lo que contribuyó poderosamente la selección de sementales, el
cambio por otros más apropiados de distinta raza y color, a través de los
cuales la ganadería serrana ha llegado a experimentar un cambio radical a lo
largo, no más, de media docena de generaciones.
La semana pasada ha tenido lugar en
Cantalojas su Feria de Ganado. Digamos que el tiempo no acompañó del todo. Más
que una feria de compraventa de reses, como antes lo fue, a la que asistían
compradores y tratantes de varias provincias de España, la feria se ha
convertido más bien en un acontecimiento festivo, multitudinario, que se dedica principalmente a la exposición de ejemplares en las praderas de la
Dehesilla, y a la recepción de premios patrocinados por la Diputación para los
ganaderos que han presentado lo mejor de su cabaña, a lo que siguen diversos
números festivos, sin que pueda faltar el clásico mercadillo popular, donde se
ofrece a los feriantes en los distintos puestos productos de artesanía, de
repostería comarcal, o manufacturas difíciles de encontrar en otros tipos de
mercados.
Uno, que conoce y ha vivido la
comarca desde hace más de medio siglo, tiene muy clara la idea de que el futuro
de estas tierras, límite entre las dos Castillas, está en la ganadería y un
poco también en el turismo minoritario, si se les sabe orientar de modo
conveniente. Ejemplos los hay en la correcta explotación del ganado; pues por
fortuna, en ciertos lugares la ganadería está consiguiendo levantar cabeza, en
tanto que los trabajos del campo -obligada actividad de otros tiempos- ha
terminado por desaparecer, prácticamente en toda la comarca. La nueva
orientación de los ganaderos (no simples pastores), las ayudas de las
administraciones públicas, los modernos medios de los que se dispone, y el
recto estudio de las posibilidades de cada lugar, pueden realizar lo hasta
ahora aparentemente irrealizable, y convertirse como consecuencia en el freno definitivo de la despoblación, en
una comarca privilegiada, capaz de dar mucho más de lo que da.
Aprovechando mi estancia en
Cantalojas durante las pasadas Fiestas y Feria de Ganado, he tenido ocasión de
ponerme en contacto con uno de los varios ganaderos que han apostado por
tomarse en serio su trabajo y hacer las cosas bien: Antonio Arenas Bris, uno de
los tres hermanos (Juan y Julián son los otros dos), los cuales, trabajando en
empresa común, me atrevería a decir, sin miedo a equivocarme, que son los
ganaderos más importantes de toda la Sierra Norte, y las reses que producen,
tanto de vacuno como de ovino -a la par de toda la cabaña de la comarca-, las
de más excelente calidad al decir de los carniceros que, por razones de oficio,
no dudo que se trata de las voces más autorizadas.
- Y eso ¿Por qué es? – responde Antonio.
- Eso es por el alimento que se les
da, por la calidad del pasto que se produce en la sierra, y por los piensos con
los que les ayudamos durante todo el año. La sanidad del ambiente también tiene
algo que ver.
- ¿Cuántas reses de cada especie se
crían hoy en Cantalojas?
- Pues, cincuenta arriba, cincuenta
abajo, hay unas mil vacas y unas tres mil ovejas, más o menos.
- ¿Cuanto tiempo pasan las vacas en
el pueblo y cuanto en el campo?
- Las vacas hace ya muchos años que
están siempre en el campo.
- Todos los sectores de producción
suelen tener algún problema ¿Cuál es el de los ganaderos en esta sierra?
- Los lobos; ese es nuestro
principal problema. Nosotros tenemos veinte mastines y no nos podemos quejar,
pero no estamos libres. En Galve, aquí a un paso, se han hecho famosos por
desgracia los repetidos ataques de lobos, con decenas y decenas de reses
muertas, tanto de ovejas como de terneros.
- Los damnificados tendrán alguna
compensación, pequeña o grande, supongo.
- Nada; no les dan nada. Si tenemos
hecho algún seguro, sí que hay compensación por parte del seguro. Un seguro que
lo pagamos nosotros, claro.
- ¿Sois muchos ganaderos en
Cantalojas?
- Sí; aún somos unos cuantos. Con
mayor o menor número de cabezas de ganado, somos unos diez.
- Escasamente a un kilómetro del
pueblo tenéis un complejo ganadero con unas naves inmensas para el ovino que
son una verdadera envidia. Para hacerlo sí que habréis recibido alguna
importante ayuda oficial ¿No es así?
- Sí; en las naves sí que nos han
echado una mano la Junta de Comunidades y otros estamentos oficiales, como el
Fondo Europeo, por ejemplo.
- El hecho de que la Feria de Ganado
se celebre cada año en Cantalojas ¿Os favorece en algo?
- Bueno, económicamente no creo que
sea en mucho, refiriéndome a los ganaderos. Al pueblo sí le favorece. Nos da a
conocer, y eso siempre nos beneficia.
Dejamos a Antonio, con
su sombrero calado como en él es costumbre, metido en sus quehaceres en plena
feria, y nos dedicamos a observar -cuando la lluvia nos lo permite- el resto de
las actividades y atracciones que componen el programa festivo, que son muchas
y muy variadas, en una feria que en su nuevo formato y contenido (ya existía
desde muchos años antes) ha cumplido su edición número treinta. Lástima que el tiempo atmosférico no haya
querido colaborar.
(En las fotos: Centenares de vacas pastando en las praderas de la Dehesilla; nave-retablo de los hermanos Arenas; danzantes de Condemios de Arriba bailando frente al ayuntamiento)