jueves, 14 de julio de 2011

A U Ñ Ó N



Hacía tiempo que no había vuelto a visitar la villa de Auñón. Lo hice días atrás y debo confesar que he vuelto gratamente impresionado. Los pueblos de Guadalajara han dado un cambio radical durante el último cuarto de siglo, y en Auñón se nota todavía más esta diferencia. Un pueblo con brillante pasado cuyas glorias, convertidas hoy en piedra para el recuerdo, reclaman cuando menos ser sacadas del olvido, que se les de la importancia que merecen, como ya se la procuran dar una buena parte del vecindario unida a muchos de los hijos del pueblo que viven fuera, cuya acción se deja notar en un sinfín de detalles destinados a conservar lo que es suyo.
Auñón, con lo mucho que posee para ver y admirar, se encuentra un tanto escondido entre los pliegues del olvido para los que no son de allí, sin que se tenga en cuenta lo que antes fue y lo que todavía conserva de todo aquello; no así para los que son de allí o tienen con el pueblo alguna relación familiar o de convivencia, que bien saben aprovechar lo que tienen y lo procuran cuidar para evitar que se pierda. Las viejas viviendas de piedra noble; la monumental iglesia de San Juan Bautista; ese regalo de valor impagable heredado de sus antepasados, que es el santuario de la Virgen del Madroñal; las costumbres que procuran mantener vivas, entre las que sobresale la devoción a su Patrona, constituyen una riqueza que no todos los pueblos poseen, y que, naturalmente, pasan a engrosar el enorme patrimonio artístico y cultural de la provincia, aunque no se le haya tenido mucho en cuenta, por lo menos hasta el día de hoy
Con el desvío de carretera abierto años atrás, el transito por aquellos parajes alcarreños ha mejorado de manera sensible, se ha evitado aquel revoltillo de curvas peligrosas y se han acortado las distancias, pero se ha perdido la visión tan personal de las casas empinadas sobre la roca, que tantas veces al pasar nos recordaron las de las hoces de la ciudad de Cuenca. Ahora se entra al pueblo por la parte opuesta, si bien se permite alcanzar con la vista al pasar junto a ellos algunos monumentos importantes que destacan en esa especie de vertiente hacia la vega en la que asienta el pueblo: la altiva torre de la iglesia, toda de piedra sillar, rematada por cuatro hileras de pequeños pigotes; la capilla mandada construir por don Diego de la Calzada, obispo de Salona, en 1612; la ermita de la Soledad, abajo en la vega. Pero es preciso subir hasta la Plaza Mayor, y para ello, al cabo de una entrada en cuesta, nos sorprenderá ver frente a nosotros una vivienda de aspecto rigurosamente señorial, con arcada de dovelas en la puerta de entrada, que no es sino la casa-palacio del Marqués de Auñón, título nobiliario que ostentó por primera vez el caballero don Melchor de Herrera y Rivera, una vez comprado el pueblo a la Orden de Calatrava, de la que había sido con anterioridad cabecera de Encomienda, y haber recibido del rey Felipe II el título de nobleza. Esta familia de los Herrera fue dueña de la villa de Auñón durante varios siglos, hasta el siglo XIX en que el pueblo pudo comprarse a sí mismo. Como detalle de interés, debe quedar constancia al hablar de Auñón, de que uno de sus últimos herederos fue don Ángel Saavedra y Herrera, duque de Rivas, el famoso escritor romántico autor de obras tan importantes dentro de nuestra literatura nacional del siglo XIX como el “Don Álvaro, o la fuerza del sino”.
Han sido varias las ocasiones en las que la villa de Auñón se hizo notar a través de la Historia. Una de ellas lo fue en el siglo XV, cuando la sublevación de aquel famoso oportunista al que se le conoció con el apodo de Carne de Cabra, de nombre don Juan Ramírez de Guzmán, quien se propuso asolar todas las tierras de Zorita después de haberse nombrado él mismo Maestre de la Orden de Calatrava; y así se fue adueñando por razón de la fuerza, y de la oportunidad, de todos los pueblos, menos de Auñón, que se hizo fuerte y resistió el duro y prolongado cerco al que se vio sometido sin llegar a entregarse. Otra oportunidad más en la que el vecindario demostró su resistencia y su bravura, tuvo lugar el día 23 de marzo de 1811, cuando unidos a las guerrillas del Empecinado, arrollaron a una guarnición de más de medio millar de soldados franceses mandados por el entonces coronel Hugo (padre, por cierto, de otro célebre romántico francés: Víctor Hugo). En aquella ocasión les hicieron más de cien bajas entre muertos y heridos, además de otro centenar de prisioneros. Los demás franceses, viéndose perdidos, se refugiaron dentro de la iglesia, poniéndose a salvo al final favorecidos por una lluvia intensa que obligó a que se detuviesen los ataques, circunstancia que permitió que dos columnas más del ejército francés acudiesen en su socorro.
La monumental iglesia del XVI, con su torre cuadrada y el rotundo ábside que da a la plaza, es el edificio más importante que hay en el pueblo. Tanto en lo que corresponde al exterior como a lo que se puede apreciar dentro de ella, la iglesia de Auñón es un dato más de la categoría que en otro tiempo tuvo el pueblo como entidad, pues bien metidos en la década del diecinueve llegó a alcanzar un millar de habitantes, si bien, hoy esa cifra es bastante menor. Con respecto a la iglesia queda constancia de que la torre fue construida en el año 1526, teniendo como maestro de obras a Juan Sánchez del Pozo, y el interior de tres naves, repartidas entre elevadas e imponentes columnas, todo de piedra sillar, tiene como fondo al presbiterio un retablo de gran tamaño, estilo plateresco, tallado en 1583 por Nicolás de Vergara, con pinturas de Juan de Velasco.
Pero no es la monumental iglesia de San Juan, pese a todo lo dicho y a lo mucho más que de ella se podría decir si se dispusiera del espacio suficiente, el lugar donde se recogen los detalles de piedad y los afectos a la Madre común por parte de los hijos del pueblo, sino el santuario del Madroñal, que se encuentra apartado a unos seis u ocho kilómetros de distancia, en un declive fragoso del campo de la Alcarria con vistas al pantano, en el que los naturales del lugar suelen depositar con frecuencia sus afectos a la Patrona.
Cuando fui al Madroñal por primera vez, hace ahora 25 años, vivía en el santuario con su familia una buena mujer, la señora Paca, que se encargaba de cuidar todo aquello con sus escasas fuerzas. Ahora no vive nadie de manera continua.
La devoción a la Virgen en aquel lugar, parece ser que tiene su origen en el año 1085, tiempo aquel en el que refiere la tradición que se apareció sobre un madroño. Se habla de que el pueblo se negó en principio a aceptar aquel hecho sobrenatural, pero que cambió de opinión después de haber visto con sus propios ojos cómo había sido curado por medio de su intervención el brazo del pastor vidente. El santuario es posterior al hecho milagroso. He leído recientemente en un documento muy antiguo que es posible que lo mandasen construir los caballeros calatravos y lo empleasen en principio como lugar de defensa. La primera imagen de la Virgen del Madroñal desapareció en la guerra del 36; de aquella imagen se contaba que fue esculpida por San Lucas. La imagen actual es muy pequeña en tamaño; se venera presidiendo el retablo de la capilla del santuario y tiene su fiesta mayor en el mes de septiembre, previa novena a la que acuden un gran número de devotos, de manera tal que algunos de ellos pasan allí toda la novena con sus días y con sus noches, cocinando y pernoctando en las distintas dependencias que hay en el interior del santuario preparadas con ese fin.
Los hechos milagrosos ocurridos en aquel lugar por la intercesión de la Virgen han sido muchos a lo largo de la historia del santuario. Cuando esto se escribe está a punto de aparecer un interesante volumen, en magnífica edición, titulado «Aparición y milagros de Nuestra Señora del Madroñal, Patrona de la villa de Auñón», escrito en 1667 por un religioso de nombre Fray Miguel de Yela, cuya trascripción directamente del manuscrito, selección y estudio, se deben al profesor Alberto del Amo Delgado, natural de esta villa; y en el que se recogen, además de la historia del venerable lugar, una buena parte de los hechos milagrosos que se atribuyen a la intervención directa de la Virgen en esa advocación.
Desde hace cuatro o cinco años, y a iniciativa del párroco actual, el santuario cuenta con fluido eléctrico e importantes mejoras, lo que, tanto para los actos de culto que con cierta frecuencia se celebran allí, como para romeros o residentes de temporada, permite ciertas comodidades que antes no tenía. (“Nueva Alcarria”. 2005)

1 comentario:

  1. Consegui unos vuelos con promocion con destino a Gudalajara. Cuantos días me aconsejan quedarme?
    gracias por publicar esta info muy interesante

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