A partir de hoy, y con
cierta periodicidad a lo largo del presente año, iré incluyendo en este
blog todo el contenido de mi libro “Rutas
turísticas de la provincia de Guadalajara”. Serán 13 rutas diferentes que
presentaré en tres páginas consecutivas cada una de ellas, comenzando por la
primera que figura en el libro, y que corresponde a la Alcarria Baja. Confío
que os sea de mucha utilidad. Guadalajara tiene cosas únicas, que bien vale la
pena conocer.
Vamos a tomar como punto de partida en el
viaje de hoy la ciudad de Guadalajara. Ya hemos salido de ella, dejándola como
tenderete urbano de moderna traza a nuestra espalda. La ciudad de Guadalajara, que abre
y que cierra al mismo tiempo la puerta de todas las Alcarrias, se nos ha
quedado atrás, extendida sobre el rellano que bordea por el mediodía el cauce
del Henares; con las lejanas crestas del Ocejón y de Somosierra como cortina de
fondo.
En la agria vertiente alcarreña más
próxima a la capital se dispersan sin
demasiado orden los hoteles de la urbanización "El Clavín",
pulmoncillo de la ciudad y abierto mirador sobre las tranquilas tierras de la
Campiña. "El Clavín" ‑ya es dato para la Historia‑ fue testigo de
primera mano en la mañana del 19 de octubre de 1989, cuando al académico don
Camilo José Cela, residente a la sazón en una de las recogidas mansiones de
recreo que hay en aquella vertiente, se le comunicó de manera oficial la
noticia de haberle sido concedido por la Academia Sueca el Premio Nobel de
Literatura en aquel año.
Con el Valle del Henares a la derecha, y
una fosca serrezuela sin nombre a nuestra izquierda, el camino sigue adelante
salvando infinidad de curvas, y algún que otro barranco hasta los altos de
Chiloeches. El pueblo de Chiloeches, desde el mirador de la carretera, ofrece
al que viaja una indefinible sensación de calma. Luego, campos abiertos de
encinares y de prometedora mies nos acercan hasta el lugar de El Pozo, ya en
los rayanos con la porción de Alcarria que a estas alturas queda medio encajada
en la provincia de Madrid. En El Pozo de Guadalajara hay una bonita iglesia
parroquial, con pórtico arqueado gótico‑mudéjar, dedicada a San Mateo Evangelista.
También poseen, para engalanar con ella el camino de paso, una picota o rollo
jurisdiccional sobre gradas de piedra, rematada en artístico capitel con cuatro
cabezas de león como adorno.
La carretera, a partir de aquí, continúa hacia Mondéjar en dirección sur. Muy cerca nos sale al paso el pueblo de Pioz; antiguo feudo mendocino, cuyo sello en piedra centenaria pervive aún convertido en severo castillo, sobre el que se mecen bandadas de palomas. El castillo de Pioz lo mandó edificar, a mediados del siglo XV, el Gran Cardenal de España, pero lo entregó inmediatamente, apenas se vio colocado el último sillar sobre la torre del homenaje, al entonces secretario del rey Enrique IV, don Alvar Gómez de Ciudad Real, a cambio de su villa de Maqueda. Se trata de un hermoso ejemplar de fortaleza civil, propia de aquel tiempo, al menos según parece en una visión general desde fuera, ya que el interior no es sino un bosquecillo de zarzales, de jaramagos, de ortigas y de correhuela, consecuencia lógica del abandono en que se encuentra. Todavía se advierte en el castillo de Pioz la hondonada del foso que impedía la entrada, y que era preciso salvar a través de un puente levadizo. Los torreones redondos de las esquinas guardan con rigor, respetado por los siglos, su primitiva forma. A través de algunas saeteras rematadas en cruz que hay en sus torres, se cuelan las aves con libertad en las horas de calma, y se divisa en derredor el plácido espectáculo de los primeros llanos alcarreños. Varios detalles, al gusto italiano de los inicios del Renacimiento, hacen pensar que en su construcción intervino el arquitecto mendocino Lorenzo Vázquez, autor, entre otros, del palacio ducal de Cogolludo, del de don Antonio de Mendoza en Guadalajara, del convento de San Antonio de Mondéjar y del vallisoletano de Santa Cruz. Una visita a lo que todavía queda del castillo de Pioz, es introducirse de hecho en el doliente espectáculo de los oropeles alcarreños del pasado, de los que tan sólo la piedra, es en este siglo nuestro su más fiel testimonio.
Pero sigamos campo abajo, ahora con la
silueta inconfundible del castillo de Pioz como pantalla de los siglos y de la
Historia mirándonos de espalda. Adelantemos un siglo en el tiempo y unos
cuantos kilómetros más en la distancia. Estamos ya cerca de Mondéjar. Siguiendo
el desvío que a nuestra mano izquierda nos lo indica convenientemente, entramos
en Fuentenovilla, lugar situado a la vera de lo que en el pasado fuese el
Camino Real. Fuentenovilla aparece, casi todo él, empinado frente a nosotros
según subimos. En el centro mismo de la Plaza Mayor del pueblo se alza la
picota más impresionante y más artística de las muchas que existen en la
Alcarria. Es obra renacentista del siglo XVI. Por encima de las estrías de su
elevado fuste, se adorna con cabezas de león orientadas a los cuatro vientos, y
por un templete calado con pequeños balaustres de piedra. Como remate, levanta
un pináculo de dos cuerpos bien definidos y una cruz de forja. Tan sólo la
picota de Ocaña, aquella sobre la que Bécquer montó una de sus más románticas
leyendas, y la de Villalón de Campos en las hazas trigueras de Valladolid, aún
más complicadas y esbeltas, pueden compararse en toda la región castellana con
este bello ejemplar de la plaza de Fuentenovilla.
(En las fotografías: Plaza de la Picota de Fuentenovilla y Castillo de Pioz)
Maravillosos artículos viajeros por La Alcarria que me ayudan a disfrutar de mis paseos y recorridos por unos pueblos desconocidos y llenos de vida. Un saludo muy cordial.
ResponderEliminarGracias por la parte que me correslponde. El autor.
ResponderEliminarBuenas tardes, impresionante el trabajo tan exhaustivo expuesto en este blog. Gracias por compartir sus rutas y conocimientos, siento no conocer sus libros pero de por seguro que lo haré. En mis paseos por esta tierra donde paso unos días todos los años en Aragoncillo cerca de Molina de Aragón, he seguido las rutas propuestas por Antonio Herrera Casado en algunos de sus libros y algunas las he subido en mi blog por supuesto haciendo mención del libro y su autor.
ResponderEliminarSi le parece, cuando haya realizado alguno de sus recorridos los puedo subir al blog, no deja de ser una publicidad añadida para sus libros, más tengo que hacerlas primero, pues tengo por norma no utilizar ni imágenes ni material de terceros.
Reciba un cordial saludo y mis felicitaciones por el blog ya que así pasito a pasito gracias a Internet se dará a esta desconocida Guadalajara el lugar turísticamente hablando que merece y necesita.
Un saludo desde BCN