Si al margen de la Historia
documental, en esta ocasión corta e imprecisa, y de la investigación histórica,
susceptible siempre de nuevas apreciaciones, tuviese algún valor la Historia testimonial,
es decir, la tradición, el hecho que dio lugar a estos versos del Poema pudo
tener como escenario los declives fragosos de una dehesilla cercana al pueblo
que los lugareños conocen como La Lanza.
Canssados son de ferir ellos amos a
dos
ensayandos amos quál dará mejores
golpes.
Ya non pueden fablar don Elvira e
doña Sol,
por muertas las dexaron en el
robredo de Corpes.
Robledo de Corpes, dentro de la
media general de los pueblos de la comarca, es un pueblo grande, diseminado, un
pueblo antigua para el que escogieron como lugar de asiento sus fundadores las
tierras bajas que lindan con el cerro del Otero. Desde sus orillas se ve cómo
se diluyen a lo lejos las cumbres pedregosas de la villa de Atienza, con la
enseña de su castillo arañando el horizonte, y los picachos grises del
Mojoncillo, más a la salida del sol, dominando un sinfín de alturas y barrancos
infecundos, plagados de retamal.
El fantasma del éxodo dejó en cuadro
hace treinta o cuarenta años a este importante lugar de la sierra que ahora
raya en mínimos su población. La calle principal o eje de todo el pueblo es la
Calle Real. Desde la Calle Real se llega enseguida a la plazuela de la Iglesia,
dejando a mano derecha el barrio de las Peñuelas y en sentido opuesto la calle
de la Cataluña. La iglesia está colocada sobre un leve escalón que tiene por
peana su propio pórtico por encima de la plaza. Recuerdo haber alcanzado a
tocar con la mano las lajas de pizarra de algún casillo en las calles del
pueblo. Tres o cuatro fuentes, o quizá más, se reparten por los diferentes
barrios: la de la Plaza, la del Medio, la fuente de la Fragua y la del Tiro,
son sus nombres. Las tierras del término están llenas de fuentes.
En Robledo de Corpes tienen por
patrón a San Gil Abad, y por patrona a la Virgen del Rosario. Desde que el
santo los libró, no hace muchos años, de una epidemia de saltamontes, el pueblo
venera como copatrón a San Roque, del que la gente cuenta y no acaba siempre en
favor del vecindario, de sus casas, de sus campos, de sus ganados y de sus
cosechas.
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